martes, 27 de noviembre de 2012

LA PRIMERA PREGUNTA DE LA FILOSOFÍA, María Zambrano



"Y así la filosofía se inicia del modo más antipoético: por una pregunta. La poesía lo hará siempre por una respuesta no formulada. El preguntarse es lo peculiar del hombre, el signo de que ha llegado a un momento en que va a separarse de lo que le rodea, algo así como la ruptura de un amor,como el nacimiento. Toda pregunta indica la pérdida de una intimidad o el extinguirse de una adoración. En los dos procesos actúa como fondo último, determinante, el afán, la necesidad quizá de alguien que quiere independizarse, vivir por su cuenta, liberarse de lo mismo que ha sido el lugar de su alma. Y aún más que la ruptura de un amor, es algo como el nacimiento; el proceso en que un ser que se ha nutrido y respirado dentro de otro, intrincado con él, se desprende en busca de su propio espacio vital. Así, la pregunta filosófica que Tales formulara un día significa el desprendimiento del alma humana, no ya de esos dioses creados por la poesía, sino de la instancia sagrada, del mundo oscuro de donde ellos mismos salieron (…). Y el verdadero proceso de la filosofía y su progreso –de haberlo- estriba en descender cada vez a capas más profundas de ignorancia, adentrarse en el lugar de las tinieblas originarias del ser de la realidad: comenzando por olvidar toda idea y toda imagen. Y así la pregunta inicial de la filosofía: “¿qué son las cosas?” suena todavía en nuestros oídos con ese aire de brusquedad y hasta de impaciencia, como si dijera: “basta de dioses y de historias, volvamos o empecemos a no saber”. Pues solamente una ignorancia más completa puede descubrir la soledad de la que nace la pregunta.
Soledad un tanto especial; pues más que haber soledad, hay soledades, distintas. La soledad en la que debió nacer la pregunta de la filosofía parece ser la que advierte cuando se han perdido las imágenes y los fantasmas; cuando una imagen con quien se ha vivido en intimidad se desvanece. La soledad que aún no se sabe como soledad y que apenas se siente, porque corresponde a ese instante en que algo se acaba de ir y se está enfrente de toda una realidad que se presenta aún más enigmática; en este caso, frente a la realidad, lo que más absorbe la mente humana: un problema."


ZAMBRANO, María: “El hombre y lo divino”

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